Quien me conoce, (probablemente menos de los que me gustaría reconocer) sabe que me gusta tomar Te. La bebida tiene cierto efecto tranquilizante en mi. Además, tengo la extraña manía de tomarlo siempre en una taza negra. Hay algo en tomar el té en una taza negra, es como si existiera un misterio del aroma que emana, como si el té fuera algo mas, un espejo de algo que no podemos ver, mas allá de lo inmediato, para dar paso al proceso de suponer. Suponer una profundidad, un color del tibio liquido, un sabor que corresponda en esa manera esencial al aroma. Una taza sin fondo, eterna, que refleja rostros en la oscuridad de los limites que separan el recipiente de su esencial liquido. Hay algo de mágico en tomar el te en una taza negra. El misterio de lo profundo y lo inexacto.
Pero no se trata solo de el Té. Leí un libro de nombre "Elogio a la Sombra", sobre la estética de la sombra, y la magia que conlleva. Mientras lo leía, siempre tenia presente mi gusto por tomar el té en una taza negra. Para mi, sugerir es mucho mas efectivo que mostrar, por lo que la estética de la sombra, que se trata de sugerir lo que esta escondido, me resulta muy interesante. Porque la estética basada en la sombra no solo es "apagar la luz", sino que es mucho mas complicado. Se trata de "no mostrar" y eso no implica necesariamente a la sombra en si, sino solo el hecho de esconder. No mostrar, pero sugerir, hacer sabe que mas alla de lo visible se esconde una posible infinidad de formas, sensaciones, esencias. La sombra, por antonomasia, es la metáfora primordial del misterio. Esconder, que es el principio básico del misterio, se relaciona a la sombra. "Entre sombras" siempre significa escondido, aun cuando no exista una sombra como tal. Por eso, tomar el te en una taza negra, es tomar el te entre sombras, escondiéndolo de la propia percepción.
Tomar el té en una taza negra siempre ha sido para mi un placer adicional. Un placer que va mas allá de saborear la bebida, incluyendo a otros sentidos, como la vista y el olfato. Pero aun mas importante, incluyendo la percepción de lo que no se ve. Incluso en algo tan sencillo como tomar té existe una pequeña porción de hedonismo si se crea alrededor de el acto un pequeño velo de suntuosa ritualidad. En mi caso, a través de una taza negra.