En el cine algunas veces nos encontramos con películas que explotan los sentimientos de una forma única. Algunas veces nos encontramos con películas que dejan al espectador con una profunda sensación de haber presenciado algo mas que solo una historia. Este es el caso de El Ladrón de Bicicletas. Un film italiano, en blanco y negro, cine de la posguerra, que narra con una agresividad muy pasiva la historia de un hombre sumido en la pobreza y la necesidad. Con tomas sencillas, nada ostentosas, una cámara que acompaña a los actores, que se mueve a manera de que las escenas sean lo mas naturales posibles, y sin actores profesionales. El Ladrón De Bicicletas explora a partir de el drama la profunda injusticia de la pobreza.
El protagonista de la historia tiene la fortuna de conseguir trabajo pegando carteles por la ciudad, una suerte casi divina, considerando las limitaciones laborales de la época, pero para poder realizarlo necesita una bicicleta, el problema es que su bicicleta esta empeñada por lo que su primera tarea será recuperarla. Una vez montado en su bicicleta comienza a trabajar pero el drama estriba en que no transcurre ni un día de trabajo cuando le han robado la bicicleta y con ella su futuro. Bajo esta premisa, el protagonista emprende la búsqueda de su bicicleta, viajando pro la Italia urbana de la época. Acompañado de su hijo, encuentra tristeza y en algunos momentos confort, frustraciones y desconsuelos. La tragedia de un hombre de familia incapaz de satisfacer las necesidades de aquellos que dependen de el. El Drama se extiende por toda la película, a través de la desventurada búsqueda del ladrón de la bicicleta y la bicicleta misma. Incluso por momentos se llega a crear ante el protagonista insondables muros que le impiden el paso hacia una feliz conclusión.
Mas allá de la historia, lo que resalta en la película son las emociones casi palpables. El ambiente general de la película es el de una ciudad que crece sobre los hombros de la gente mas pobre y necesitada, que vive en la miseria. Ante esto, la esperanzadora promesa de un futuro mejor, retratado en el momento en que el protagonista, de nombre Antonio, tiene ante si su bicicleta, que le permitirá trabajar, vivir, sobrevivir. La desesperación inicial del robo y la búsqueda trazada a través de un ir y venir de frustraciones e intentos por mantener la compostura. La cordura llega a estallar en el momento final de la película, en una desesperación comprensible ante la situación. El ladrón de bicicletas, un film dirigido por Vittorio de Sica, y basado en una novela de Luigi Bartolini, es en si un monumento de emociones que retratan la realidad italiana de la época.
El protagonista de la historia tiene la fortuna de conseguir trabajo pegando carteles por la ciudad, una suerte casi divina, considerando las limitaciones laborales de la época, pero para poder realizarlo necesita una bicicleta, el problema es que su bicicleta esta empeñada por lo que su primera tarea será recuperarla. Una vez montado en su bicicleta comienza a trabajar pero el drama estriba en que no transcurre ni un día de trabajo cuando le han robado la bicicleta y con ella su futuro. Bajo esta premisa, el protagonista emprende la búsqueda de su bicicleta, viajando pro la Italia urbana de la época. Acompañado de su hijo, encuentra tristeza y en algunos momentos confort, frustraciones y desconsuelos. La tragedia de un hombre de familia incapaz de satisfacer las necesidades de aquellos que dependen de el. El Drama se extiende por toda la película, a través de la desventurada búsqueda del ladrón de la bicicleta y la bicicleta misma. Incluso por momentos se llega a crear ante el protagonista insondables muros que le impiden el paso hacia una feliz conclusión.
Mas allá de la historia, lo que resalta en la película son las emociones casi palpables. El ambiente general de la película es el de una ciudad que crece sobre los hombros de la gente mas pobre y necesitada, que vive en la miseria. Ante esto, la esperanzadora promesa de un futuro mejor, retratado en el momento en que el protagonista, de nombre Antonio, tiene ante si su bicicleta, que le permitirá trabajar, vivir, sobrevivir. La desesperación inicial del robo y la búsqueda trazada a través de un ir y venir de frustraciones e intentos por mantener la compostura. La cordura llega a estallar en el momento final de la película, en una desesperación comprensible ante la situación. El ladrón de bicicletas, un film dirigido por Vittorio de Sica, y basado en una novela de Luigi Bartolini, es en si un monumento de emociones que retratan la realidad italiana de la época.